Un momento en la calle, un impacto en mi vida.
- Oscar Antonio Arroyave Moreno
- 30 jul 2016
- 4 Min. de lectura
Todos comenzamos el día desde el momento en que despertamos, pero ese día no pensaba en lo que sucedería, ni que la noche puede estar marcada por ese resultante color rojo que está en todo mi cuerpo y que este acontecimiento quedará marcado en mí y que no saldrá de mi cabeza en mucho tiempo.
El día transcurría como común y corriente, en donde llegas a tu trabajo, haces tus labores pertinentes y vuelves a casa, pero el destino tenía algo preparado, como si todo se enlazara para que ocurriera la tragedia. Las horas pasan, el tiempo y las manecillas del reloj avanzan, la tarde empieza a mostrar que el día está por terminar, llega el momento de encontrar a mi novia y compartir una tarde – noche, entre risas, abrazos y besos la tarde empieza a caer y la noche muestra su tono azul oscuro para poco a poco tornarse negro.
Las horas pasan, es momento de ir a casa, ver a mi mamá y abrazarla como es de costumbre, tome mi medio de transporte y tome mi camino para ir a casa en una bicicleta eléctrica azul oscuro, como la recuerdo… con cada kilómetro que avanzaba me llevaba a un destino que aún más cerca de mi hogar.
La noche se torna oscura y el momento se acercaba, avenida américas con avenida Boyacá y un puente a la distancia se asoma, un puente para ciclistas que tomo para acortar mi camino para llegar a casa y así poder abrazar a mi mamá y decirle a Leonela “mi vida, estoy en casa”
Lentamente subo el puente, oscuro, sin gente… montado en mi bicicleta a solo unos cuantos metros necesitaba para terminar la subida y tomar la bajada que me haría tomar impulso… y de las sombras… dos personas surgen de la nada, acelero mi bicicleta, pero es imposible por la poca fuerza que tenía, me abordan en ese momento, temo por mi vida, me piden que me baje de la bicicleta, el miedo que siento recorre mi cuerpo de manera lenta, tomando control de mis pensamientos y de mis acciones, allí recordé a mi mamá cuando me decía “lo material se puede recuperar.”
Baje lentamente, las piernas me temblaban y con voz nerviosa les pedía por mi vida “llévense todo, no me hagan nada” en ese instante pensaba en mi mamá, podre verla de nuevo y podre ver a mi novia…. De manera ambiciosa me piden que les entregue mis pertenencias, así que con voz miedosa les digo “todo está en la maleta… tómenla y no me hagan nada” en medio de esas palabras, uno de ellos de los que aparece en las sombras, lanza su mano sobre mi cuello buscando cadenas o algo de valor, y se puede sentir el deseo por lo ajeno…
Pasa sus manos por mi cuello y se puede sentir la ambición de un ser humano como si en su ser estuviera un hoyo negro que no tiene miedo por nada…. Sus manos dejan de pasar por mi cuello y de manera brusca, me pide el casco… quitándolo lentamente y en ese instante, después de pensar que había superado ese momento, el auricular de mi celular sale a relucir, el color blanco de este se muestra como ese objeto tan anhelado por mis victimarios y pensando en no perder más y con miedo les decía es un radio viejo que tengo, el celular está en la maleta. Por mi mente pasa esa sensación de “salí, ileso Gracias Dios mío”
Pero no, aún no había salido ileso, un brillo asoma de sus manos sale de una de ellas un objetos, tiemblo y no sé qué hacer… ya quiero terminar estos minutos que fueron eternos.
Veo la oportunidad para salir corriendo para escapar de mis victimarios, pero a escasos metros, me alcanza uno de ellos, me toma de mi chaqueta y sin mediar palabras… dice “tome” por la adrenalina no sentía nada, y de repente un dolor intenso en la parte baja de mi espalda empezó a crecer, no me dejaba caminar bien.
Miraba a mi alrededor, carros y más carros alumbraban en la oscuridad que se presenta en la noche de luna llena y una sola frase decía mi boca ¡Auxilio, Ayúdeme! miro a mi alrededor, los nervios y el miedo se apoderan de mí no sabía qué hacer. A la distancia veo la clínica de occidente, quiero caminar, pero el dolor es intenso, no puedo mover bien mis piernas, tengo miedo, no sé qué hacer… un auxiliar de policía aparece ¡Auxilio, estoy herido lléveme a la clínica de occidente! Son mis primeras palabras, suena mi celular, Leo era quien llamaba… como si supiera que me había sucedido algo, tomo mi celular con voz de dolor y tratando de contener mis nervios le digo “me robaron, estoy bien… llama a mi madre y dile que voy para la clínica de occidente”.
Caminando con mucho esfuerzo y acompañado de un auxiliar, me atienden, me preguntan qué sucedió, casi no me puedo mover y me examinan… una gaza detiene la sangre y por mi mente pasan pensamientos de miedo, rabia e impotencia, mi madre llega en un mar de lágrimas, me abraza y le digo “estoy bien”.
Los médicos me revisan y dicen “usted tiene mucha suerte, la herida está cerca del pulmón y cerca de la columna” esas palabras helaron mi cuerpo y en mi mente paso esa sensación de tristeza y miedo. Y esas personas me han dejado un gran temor al caminar en la calle, al poder y sentir que alguien está a mi espalda como su me fueran a hacer daño.

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