“No es fácil dar la cara, y más cuando uno tiene el pecado encima”
- William Gutierrez Pico
- 2 ago 2016
- 3 Min. de lectura
Juan Pablo nació el 2 de Febrero de 1980 en una vereda apartada del municipio de Chía Cundinamarca, él era el tercero de cuatro hermanos y el mayor de los hombres, motivo por el cual a sus escasos 5 años la responsabilidad en el cuidado de todos recaía en sus hombros mientras sus padres y abuelos araban la tierra cultivando repollo.
El sueño de Juan Pablo era estudiar en la Escuela Rural Pueblo Viejo, ya que Felipe, de 7 años, su único amigo y vecino había empezado sus estudios allí. A los seis años empezó la escuela y su gusto por los números era impresionante “Entré a primero y ya sabía sumar, restar y no me quedaba grande multiplicar y dividir”.
Fue creciendo y este gusto por los números se volvió obsesión, poco a poco se dio cuenta que el dinero era su motor, su objetivo era capitalizar de alguna manera, quizás sin importar las consecuencias.
-William: ¿A cuanto equivalía su capital en el 2008?
-Juan Pablo: (risas) no tenia en que caerme muerto, pero sabía que podía “echar mano” del terreno.
-William: ¿A quién pertenecían esas tierras?
-Juan Pablo: Algún día iban a ser de nosotros (sus hermanos y él), pero no tenía tiempo para esperar ese día, yo sabía que podía convencer a mis papas que me pasaran eso.
-William: ¿Que pensaba hacer para convencerlos? ¿Cuál era el valor de ese terreno?
- Juan Pablo: Pensé de todo para que ellos me pasaran eso, hasta secuestrarme (risas), pero me “aculillé” y fue cundo se me ocurrió decirles que podíamos vender esa fanegada en mil millones y con la plata que nos daban podíamos comprar una hectárea más cerca al centro.
-William: ¿Por qué tenía tanta seguridad que sus padres iban a acceder al negocio?
-Juan Pablo: Mire, esas tierras hace mucho no valían nada, pero el precio de “disparó” y las constructoras empezaron a comprar, además, yo era el más “pilo” de la casa, entonces sabían que no me dirían que no.
-William: ¿El negocio que usted les planteó a sus papas, era el que realmente iba a hacer?
-Juan Pablo: Obvio no, en esos días todos estaban metiendo la plata en DMG y Felipe (amigo de la infancia) ya se había ganado como seis millones, yo quería ganar mucho más, eso seis “palos” eran pa´ los dulces.

Juan Pablo, quien se muestra tranquilo y hasta sonriente, cambia su semblante, la sonrisa desaparece, el sollozo es evidente y tomamos unos segundos de silencio.
“No puedo creer que después de haber tenido tanto, hubiera dejado a mi familia en la cochina calle. Hace más de nueve años no veo a mis papás, mis hermanos no pudieron estudiar y sé que me quieren “pelar” a veces pienso que esto no es vida, no hay día que deje de pensar en el error que cometí, me tire mi vida y me “cagué” la de ellos”.
En un barrio cualquiera, ubicado en la localidad de San Cristóbal en Bogota, sobrevive (según sus palabras) Juan Pablo, con sus dos hijos y su esposa Adamaris, lejos de la sabana donde todavía viven sus hermanos y padres.
Juan Pablo pasó rápidamente de ser el victimario a convertirse en la victima de sus propias decisiones, no hay nadie en la familia que ahora sea feliz, ya que como él lo dice “la plata no lo es todo, pero ayuda”, y las tierras que ganaron a punta de azadón y pala las devoró la famosa pirámide DMG en días, esos mil millones que hace diez años eran el futuro de seis humildes campesinos, hoy es la manzana de la discordia entre una familia que no supera ni perdona la mentira, la traición y el engaño de quien fue desde pequeño su mano derecha.
*Esta historia es real, sin embargo algunos nombres fueron cambiados para proteger la identidad de sus verdaderos protagonistas.

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