Arrepentido….

Ester suspira profundamente y lamenta la situación de su esposo “es muy duro esto” me dice con la voz entrecortada, su esposo fue capturado en una batida realizada por la policía en Cali años atrás; lo encontraron armado y cuidando de unos señores que tenían secuestrados. Manuel no quiere entrar en detalles de ese momento lo único que dice es que todo fue confuso, que si realizó disparos con su pistola y que nunca midió hasta donde podrían llevarlo sus actos.

Está acusado por secuestro y micro tráfico, en el allanamiento encontraron droga, armas y municiones; junto con el atraparon a cuatro hombres más; Manuel asegura que es consciente de sus malas acciones pero que con todo eso no está de acuerdo con la pena a la que fue sometido, 35 años de prisión. Su abogado apelo señalando que los cargos tienen rebaja de pena o buscando que le sea concedida la casa por cárcel, el problema es que dos de los hombres que fueron capturados junto con Manuel atestiguaron en contra suya señalándolo como el “jefe” de ellos al parecer lo hicieron por que el verdadero jefe les ofreció dinero y ayuda para salir de la cárcel.

“me vendieron para salvarse” es lo que nos dice Manuel, la condena es alta ya que en alguno de los casos de secuestro en los que se involucra a nuestra fuente se dice que no hubo liberación de la víctima porque este fue asesinado en cautiverio; Manuel asegura que no es así y que pese a que mantuvo privados de su libertad a personas inocentes nunca dejó que alguno muriera, “no me gustó nunca eso de torturar o matar a alguien, ya era bastante con que tuvieran miedo encerrados y casi siempre con los ojos vendados”, esto dice Ester que le confesó su esposo. Hoy por hoy continúan apelando y pidiendo rebaja de pena, pero los años siguen pasando y Manuel continúa encerrado, lo trasladaron de Cali cinco meses después de su captura a Bogotá y está recluido en uno de los pabellones de la Picota; encontró a Dios y se convirtió al cristianismo, realiza manualidades y su comportamiento es bueno para ayudar a buscar la rebaja de la pena, se arrepiente del daño causado a su familia pero en especial el daño a aquellas personas inocentes que como él dice “se llevó por delante en su afán de ganarse la vida fácil”, con su madre casi no habla y es porque se cansó de rogarle que lo visitara y que no lo dejara solo.

Mientras realizaba esta investigación tuve la fortuna o el desatino de conocer a la madre de nuestro protagonista, y me refiero a que no se si fue bueno o malo ya que en ella no encontré ni la más mínima muestra de arrepentimiento por lo que ha sucedido con su hijo, según ella esto no debía pasar porque se lo había prometido su compadre; del que por cierto no han sabido desde la captura de Manuel, me tomé el atrevimiento de preguntarle a ella si no sentía que tal vez ella era la culpable por la situación de su hijo y me respondió que no le parecía, que ella solo quería que él tuviera una vida con comodidades y que le ayudara a ella y a su papá a tener una vejez tranquila y sin preocupaciones financieras “no es malo querer que los hijos respondan por nosotros cuando son adultos, es parte de la vida ¿no?”, fue más o menos la respuesta que me dio esta señora.

¿Quién víctima o victimario en esta situación? Es la pregunta que me hago, para mucho Manuel es un victimario y punto; para mí es una víctima de su crianza, un victimario de su esposa, hijo y afectados.

Su infierno es terrenal, sus demonios lo alcanzaron y hoy paga un precio alto por todo aquello; pero en medio de esto ganó y mucho ya que tiene el perdón de alguno de los que lastimó y no me refiero solo a su esposa e hijo que siguen ahí a su lado incondicionales y amándolo, también hablo de uno de los ex secuestrados que en una de las audiencias dijo que lo disculpaba pero que esperaba fuera consciente de la deuda con la ley que tenía y que abogó un poco para la reducción de pena, gano su encuentro con Dios volver a creer lo mantiene vivo y esperanzado.

Diana Catalina Múnevar F.